La demencia se describe como un conjunto de síntomas que afectan a la memoria, el pensamiento y la capacidad social de forma lo suficientemente grave como para interferir en la vida diaria. No es una enfermedad en sí misma, sino un término que abarca diversas condiciones que provocan este deterioro cognitivo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay más de 55 millones de personas en el mundo con demencia, y se espera que este número se triplique para el 2050 debido al envejecimiento de la población.
En España, alrededor de 800,000 personas padecen demencia, y entre el 60 y el 70% de estos casos son Alzheimer. Los distintos tipos de demencia afectan en nuestro país a 1 de cada 10 personas mayores de 65 años y a un 33% de las mayores de 85 años y representan el 8% del total de defunciones que se produjeron en el año 2023.
Las demencias más comunes
Estas son las demencias más habituales, algunas de ellas asociadas a edades avanzadas, como el Alzheimer:
- Alzheimer: es una enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por un deterioro progresivo de la memoria, el pensamiento y el comportamiento. A medida que avanza, las actividades cotidianas se vuelven más difíciles, hasta que la persona se vuelve completamente dependiente.
- La demencia vascular ocurre por problemas en el suministro de sangre al cerebro, a menudo después de un accidente cerebrovascular (ACV).
- La llamada demencia por Cuerpos de Lewy se caracteriza por alucinaciones visuales, problemas de sueño y fluctuaciones en el estado cognitivo.
- En el caso de la demencia frontotemporal se observan afectaciones principalmente en las áreas del cerebro asociadas con la personalidad, el comportamiento y el lenguaje.
- Y la demencia mixta muestra combinación de dos o más tipos de demencia, típicamente Alzheimer y demencia vascular.
El caso del Alzheimer, el azote de la vejez
Cada año se diagnostican en España unos 40.000 nuevos casos de Alzheimer. En más de un 65% de los casos, en mujeres, y en un 90%, en personas mayores de 65 años.
La causa exacta del Alzheimer no se conoce completamente, pero se ha asociado con la acumulación de placas beta-amiloides y ovillos de proteína tau en el cerebro. Estas alteraciones provocan la muerte de las neuronas y la pérdida de conexiones entre ellas.
Existen factores de riesgo, como la edad, la genética, factores de riesgo cardiovascular (hipertensión, diabetes, colesterol elevado) o el estilo de vida (sedentarismo, dieta inadecuada).
La detección precoz es esencial
Uno de los problemas es la dificultad de una detección precoz, pues se estima que entre la aparición de los primeros síntomas y un diagnóstico puede superar los 2 años. Es más, entre el 30 y el 50% de las personas que padecen algún tipo de demencia no llegan a ser diagnosticadas formalmente, por ello éste es un aspecto esencial en el que la comunidad médica y científica quiere avanzar.
Un diagnóstico más temprano permitiría utilizar más pronto los tratamientos disponibles actualmente. De hecho, en todo el mundo se están investigando más de 100 nuevos compuestos, buscando nuevos tratamientos que consigan ralentizar el avance de esta patología en fases iniciales.
Por este motivo, si se convive con personas mayores es conveniente observar posibles signos de alerta, de modo que si se presentan se pueda acudir a un profesional de la salud para una evaluación:
- Deterioro de la memoria a corto plazo (dificultad para recordar hechos recientes)
- Dificultad para resolver problemas simples o para planificar
- Pérdida del sentido del tiempo y el lugar
- Cambios en el humor y la personalidad
- Confusión y desorientación
- Problemas de lenguaje
¿Se puede prevenir la demencia?
Aunque no siempre es posible prevenir la demencia, hay acciones que pueden reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer y otras formas de deterioro cognitivo. Es preciso recordar que casi uno de cada dos casos de Alzheimer es atribuible a factores modificables relacionados con el estilo de vida y los factores de riesgo vascular. Si cuidamos a lo largo de la vida nuestra salud cerebral, podríamos reducir enormemente el riesgo de padecer Alzheimer en un futuro. Aquí mencionamos algunos de los factores más relevantes:
- Abandonar el consumo excesivo de alcohol y tabaco e incorporar una dieta saludable. La conocida “dieta mediterránea”, rica en frutas, verduras, pescado y aceite de oliva, está asociada con un menor riesgo de demencia. Si te cuesta definir una dieta adecuada para ti o para una persona de tu hogar con alguno de estos síntomas, te podemos recomendar la mas adecuada para tu caso.
- Mantenerse cognitiva y socialmente activo: Mantener la mente activa a través de actividades como la lectura, los juegos de mesa o aprender cosas nuevas puede proteger contra el deterioro cognitivo. Lo mismo que participar en actividades sociales.
- Control de la hipertensión y la diabetes: mantener la presión arterial y el azúcar en sangre dentro de rangos saludables puede reducir el riesgo de demencia vascular.
- El ejercicio físico regular mejora la salud cardiovascular y cerebral.
- En el caso del Alzheimer, el sueño juega un papel crucial: dormir lo suficiente y en horarios regulares contribuye a eliminar las toxinas cerebrales relacionadas con el Alzheimer.
El entorno de un paciente con demencia
Vivir con demencia es un reto tanto para el paciente como para sus seres queridos. El apoyo emocional y físico es esencial para mejorar la calidad de vida. Por eso es crucial tener presente algunos aspectos si te encuentras en esa situación.
Lo primero es entender bien la enfermedad, informándote sobre el tipo de demencia que padece tu ser querido ayuda a manejar mejor la situación. Has de crear una atmósfera tranquila, segura y con rutinas diarias estables que proporcionen estabilidad y reduzcan la ansiedad. Probablemente tengas que hacer algunas adaptaciones en tu hogar para prevenir accidentes: retirar obstáculos y que los objetos peligrosos estén fuera de alcance.
Otro riesgo es la tentación a excluir a la persona afectada de nuestro día a día, de la vida de la familia en casa, pensando que le hacemos un bien si no la involucramos, o porque nos resulta difícil convivir con ella, pero es importante fomentar su autonomía siempre que sea posible y permitir que participe en las actividades diarias.
El cuidador/a es el puntal y también necesita cuidados
Cuidar a una persona con demencia es una tarea emocional y físicamente agotadora. Es fundamental cuidar también de la salud y bienestar del cuidador. Si has de asumir este rol con respecto a un familiar o persona muy allegada, te sugerimos algunos consejos que te pueden ayudar a llevarlo mejor:
- Puedes unirte a grupos de apoyo para compartir experiencias y recibir orientación. No tenga miedo de pedir ayuda.
- Cuida tu salud física y mental, descansa lo suficiente, haz ejercicio y hazte chequeos médicos periódicos. La depresión y el agotamiento son comunes entre los cuidadores.
- Tomarse un descanso es necesario para evitar el “síndrome del cuidador”. Explora opciones de cuidado temporal o la ayuda de otros familiares.
Es fácil dar estas recomendaciones, pero no siempre es tan fácil saber dónde buscar ayuda. Existen numerosas asociaciones y grupos de apoyo que pueden proporcionar información y apoyo tanto para los pacientes como para los cuidadores. Te damos algunas ideas:
- Asociación de Familiares de Alzheimer (AFAL): Proporciona información, apoyo y servicios a las familias afectadas por el Alzheimer.
- Fundación Pasqual Maragall: Institución dedicada a la investigación sobre la prevención del Alzheimer.
- Centros de Día y Residencias Especializadas: Ofrecen servicios y cuidados especializados para personas con demencia.
- Recursos en línea: Hay varias webs de confianza para mantenerse actualizado sobre la investigación en Alzheimer, como Alzheimer’s Association y Dementia UK.
- Farmacias y atención primaria: en Farmacia Ribot te podemos ayudar a organizar la medicación, aclarar dudas sobre efectos secundarios y darte recomendaciones de productos que mejoren la calidad de vida del paciente (como recordatorios de medicación, suplementos, etc.).
La demencia es una condición que impacta profundamente a quienes la padecen y a sus familias. Con la detección precoz, el apoyo adecuado y el cuidado tanto del paciente como del cuidador, es posible mejorar la calidad de vida y enfrentar este desafío con mayor fortaleza.