En nuestro post anterior nos centramos en la importancia de llevar una dieta sana y equilibrada. Si esto ya es importante en las personas sanas, todavía lo es más para aquellas personas que padecen una enfermedad. El ejercicio físico es la otra clave para convivir y superar el cáncer con hábitos saludables. Es la mejor manera de combatirlo y a la vez sentirnos mentalmente fuertes y confiados en nuestros propios recursos.
Un pequeño apunte nutricional… adicional
Pero antes de pasar a otro aspecto vamos a completar la primera parte de nuestro artículo. Añadiremos solamente unas pinceladas sobre la alimentación más adecuada para aquellos pacientes en tratamiento oncológico. Para ellos, aún es más importante llevar una dieta equilibrada. Una dieta que incluya todos aquellos alimentos que favorezcan alcanzar o mantener una buena salud tanto durante como después del tratamiento.
Una dieta adecuada es crucial para mantenerse dentro de un peso adecuado. Es óptima la famosa dieta mediterránea, complementada con aceite extra virgen de oliva o frutos secos. También con abundancia de verduras y fruta, cereales integrales, legumbres, pescados, aves y sin exceso de carne roja. Cuidando de no abusar de productos procesados, edulcorantes, conservantes, colorantes y otros aditivos, y limitar la ingesta de sal. Y por supuesto debe limitarse el consumo de bebidas alcohólicas.
También es importante comer varias veces al día y en pequeñas cantidades. Es decir, repartir la ingesta global de alimentos de una jornada en más veces. Normalmente necesitamos más energía durante la primera parte del día. En el caso de personas que sufren cáncer, hay que animar a la persona a comer bien y a que disfrute de la comida. Esto es especialmente importante los días en que no tiene tratamiento en el centro sanitario.
La quimioterapia provoca alteraciones en la capacidad de percibir los sabores y olores, cuando no sentir náuseas o incomodidad al tragar o digerir. Por ello es interesante pensar en alimentos fáciles de digerir.
Suplementos y complementos de la dieta
Un aspecto a tener en cuenta son las posibles interacciones entre principios activos, medicamentos y plantas medicinales. Tomar tisanas o infusiones es generalmente aconsejable. Pero en los tratamientos de quimioterapia o radioterapia pueden ser nocivas porque pueden comprometer la efectividad de los tratamientos. Es preferible consultar con un profesional sanitario acerca de las medicinas alternativas, incluidas vitaminas y complementos de hierbas.
Los suplementos nutricionales orales, por sí solos, aportan un complemento nutricional de energía y proteínas que ayuda a mejorar la ingesta nutricional. No obstante, no están recomendados para la prevención del cáncer; en su caso es preferible que estas necesidades nutricionales provengan solo a través de la dieta.
Ejercicio físico, el otro pilar donde se asienta una vida saludable
La actividad física debería ser para todos el segundo pilar de una vida sana. No hay duda que para la prevención del cáncer el ejercicio físico está más que recomendado. La actividad física en el tiempo libre como caminar, correr, nadar o actividades físicas de intensidad moderada a vigorosa, reducen el riesgo de cáncer en 13 de los 26 tipos. Además, generalmente estas personas mantienen mejor el peso corporal adecuado.
El ejercicio físico tiene un efecto positivo en nuestra capacidad cardiorrespiratoria. Es también un factor de protección ante ciertos tipos de tumores, con plausible evidencia científica en el cáncer de mama y colorrectal, cáncer de próstata y en el de pulmón.
Actualmente, y sobre todo en las grandes ciudades, la mayoría de la población llevamos una vida muy sedentaria. Llevamos a cabo nuestras actividades cotidianas con un gasto de energía muy bajo. No hablamos solo de trabajo, también cuando pasamos más de dos horas sentados o acostados (excepto el periodo para dormir). En estos periodos quedamos en una total inactividad física, que pueden derivar en patologías metabólicas y cardiovasculares.
Actividad física y calidad de vida: de la mano para convivir y superar el cáncer
Por ello, si cuando estamos sanos hacer ejercicio es fundamental, es aún más aconsejable como prevención de la aparición de determinados tumores. Es más, en aquellos pacientes con cáncer en los sistemas cardiovascular, pulmonar, endocrino y músculo-esquelético, la actividad física convenientemente regulada es altamente beneficiosa. Debemos recordar que la inactividad física produce desgaste muscular y disminución de la capacidad cardiorrespiratoria, además de un aumento de la fatiga.
En los pacientes afectados de cáncer será recomendable el ejercicio suave o moderado, como caminar, ciclismo o entrenamiento con pesos de leves a moderados. La calidad de vida con el ejercicio como rutina incorporada a nuestras vidas mejora en todos los ámbitos. Mejoran el funcionamiento físico, mayor capacidad o facilidad de concentración, mejor predisposición a la vida social y más resistencia a la fatiga.
El ejercicio en pacientes con cáncer es también muy recomendable en la etapa de recuperación posterior al tratamiento. Tiene beneficios reales en la función física, la ansiedad, la fatiga, la imagen corporal, la autoestima, el bienestar emocional, la sexualidad, los trastornos del sueño, el funcionamiento social, etc.
Relación entre el cáncer y la fatiga
La fatiga relacionada con el cáncer es descrita como cansancio y falta de energía por muchos pacientes con cáncer. Tanto durante el tratamiento como tras haber superado la enfermedad, como efecto secundario muy habitual. Se siente como una sensación de falta de energía, paralizante y desmotivadora. No es el resultado de una actividad o de un esfuerzo y tampoco mejora con el descanso o el sueño. El ejercicio aeróbico parece tener efectos positivos contra esta sensación. Mejora la capacidad funcional -caminar, ejercicios en el agua, correr, ejercicios de resistencia, yoga, et . incluso durante el tratamiento activo del cáncer.
La quimioterapia y otros tratamientos que reciben los pacientes con cáncer tienen efectos secundarios que requieren un seguimiento continuado y personalizado para cada paciente. Una alimentación variada y equilibrada, junto con actividad física bien regulada tendrán un efecto beneficioso en los pacientes. Tanto a nivel psicológico como en un aumento de su calidad de vida. Es interesante acostumbrarse a conjugar los propios tratamientos con estas recomendaciones. Ambos a seguir durante y después del tratamiento, para ser garantía de recuperaciones más rápidas y menos traumáticas.